miércoles, 12 de noviembre de 2008

La vida te da sorpresas...

Este último tiempo fue difícil. Días duros y grises. Y no tenía ganas de escribir sólo pálidas.
Pero de vez en cuando la vida me pone en el camino un día memorable. Tal el caso de hoy.
Hace 15 días un doctor en física amigo, almuerzo de por medio, me convocó para un congreso sobre energía que se haría en el Senado de la Nación. El coordinaría el taller sobre energías renovables, y necesitaba una mano derecha (ya tiene una, necesitaba otra).
Al enterarse, un químico amigo me dijo: "¡Claro! ¡Vas con él y conmigo no! Yo también necesito ayuda". "Bueno, E., voy también el jueves con vos", contesté solícita.
Cada uno tiene su raye, y yo no soy la excepción: ¡Me fascinan estas cosas!
Cierta vez una amiga me dijo: "Antes de hacer lo que hacés vos me voy a trabajar de sirvienta", a lo que contesté "¡Lo mismo digo!". Cabe aclarar que ella es abogada.
El tema es que hoy a las 10 de la mañana se hizo el acto de apertura. Allí estaban el Señor Rector, el Ministro de Energía, el Senador Filmus, otras autoridades tanto nacionales como de mi universidad, y un viejo amigo del que hablaré después.
Finalizado el acto protocolar, nos dirigimos al taller.
En la mesa estábamos mi amigo y yo, y otros especialistas que hablaron sobre energía eólica,geotérmica y térmica solar. Como, repito, me encanta todo ésto, disfruté ampliamente de las disertaciones, y siempre aprendo mucho.
Antes de finalizar se abrió el debate, y los oyentes (68 en total) bombardearon al panel con preguntas.
Pero la cosa no terminaba allí.
Ya pasado el mediodía fuimos con mi amigo a comer una ensalada al bar de la esquina donde hicimos el informe y las propuestas que creíamos debían implementarse, entre ellas la modificación de un proyecto de ley sobre energía que ya está en el Senado, y la implementación de materias acordes con la temática en las carreras de grado de Ingeniería, Arquitectura y Economía. Había que presentarlas en el plenario de las 16:30 hs.
Como yo a veces me la creo, sentí que era mi posibilidad de hacer algo por el país. No sé si servirá de mucho, pero algo es algo (no hay nada mejor que tener la conciencia limpia).
Y mañana será otro tanto con el taller de combustibles.
Pero el día me traía más sorpresas (muy agradables,por cierto).
Cuando estaba en el salón, a primera hora, alguien me abrazó por detrás. Como si la piel tuviese memoria, sentí un tremendo cosquilleo.
"Guacha, ¡que linda estás! ¡A vos sí que no te pasan los años!", dijo una voz.
Mi mente vagó hacia muchos años atrás. Cuando tenía unos 14 años, estuve de "novia" con un chico de mi edad, al que después dejé de ver.
Al empezar mi carrera universitaria me reencontré con él. ¡Teníamos la edad que ahora tienen nuestros hijos!
A pesar de cursar distintas ingenierías, preparamos juntos muchas materias básicas. En ese tiempo nos unía no sólo el amor sino también las largas horas de estudio, la adrenalina de aprobar las cursadas y los nervios de los finales. E hicimos unas cuantas locuras típicas de los 19 años.
Pero después cada uno hizo su camino.
Nos encontramos 2 veces más: una vez en casa de un amigo común, y otra en el casamiento de su primo, gran amigo de mi ex. Pero ambos estábamos acompañados.
Hace un par de años lo encontré en una asamblea universitaria, pero poco y nada pudimos hablar.
"Me separé", me espetó hoy a boca de jarro.
"¡No me digas!", contesté yo tratando de poner cara de circunstancia mientras me mordía los labios para no sonreir de alegría.
Nunca falta el inoportuno que arruina la escena. "Ya tenemos que ir al taller", nos dijeron a ambos.
"¿Sabés que estuve toda la semana pensando en vos?", dije yo. "El viernes tengo que ir a tu facultad, y pensaba buscarte para saludarte".
"Dale. Y vamos a tomar algo. Tomá mi tarjeta. Ahí están mi mail y mi celular".
¿Será nomás que la tercera es la vencida?
NOTA: Juro que cualquier similitud con una publicidad televisiva es pura coincidencia.