jueves, 29 de mayo de 2008

Una de cal y otra de arena

La semana pasada escribí un post acerca del maltrato sufrido en el arreglo de mi celular.
Como hago lo posible para ser justa, también me gusta escribir sobre los sitios en que me tratan bien.
La historia comenzó sólo con mis ganas de volver a Londres, sin un mango y con muchos quilombos familiares y laborales (si he de ser sincera, lo único que quería era rajarme un tiempo y tomar un respiro).
Conseguido que hube el dinero a través de un crédito bancario y sacando las cuentas correspondientes, noté que no me alcanzaba ni por casualidad.
¿Cómo ahorrar gastos y sacar algún mango más?
En primer lugar, me presenté a una beca para un curso de inglés en una escuela de Londres. Todas las noches, después de terminar las faenas diarias, me ponía a estudiar (si se puede decir eso cuando las neuronas ya no quieren más que una buena almohada).
Contra todo pronóstico, obtuve una beca para estudiar allá 6 meses, con un contrato laboral temporario por ese mismo tiempo.
Conciente que no podía desaparecer por tanto tiempo (y que si empezaba a laburar allá no volvía ni atada al ala del avión), con un lagrimón corriendo por mi mejilla, no lo acepté.
Entonces me propusieron un curso intensivo de 2 semanas, all inclusive, a un precio muy acomodado. Y sí acepté.
Los números seguían sin cerrarme, así que fui hasta Aerolíneas Plus a averiguar qué podía hacer con los puntos acumulados.
La señorita que me atendió me informó que faltaban muy pocos, y que de cualquier manera dejaba hecha una reserva. Sin embargo, el vuelo sería hasta New York.
¡No hay problemas!, contesté cual Alf del subdesarrollo, emocionada con la idea de conocer esa ciudad. E hice reservas en un hotel para quedarme en La Gran Manzana una semana.
Cuando fuí a retirar el pasaje, me informaron que los vuelos a New York y México fueron suspendidos, y que quedaba en lista de espera para volar a Miami. Unos días después me confirmaban el vuelo. Realmente, todas las personas que me atendieron en esa dependencia hicieron todo lo posible por solucionarme todos los problemas, y con la mejor onda.
Para ir a USA debía sacar la Visa.
LLamado que hube a la embajada, me dieron cita para unos días después.
El trámite fue impecable. Tenía delante mío 74 números. Llegué 10:45, y 11:05 me fui con mi Visa aprobada.
Como tengo que estar un día en Miami para tomar el otro vuelo, queria aprovecharlo para nadar con delfines, actividad a la que siempre le tuve ganas.
Me comuniqué con el sitio de Miami para latinoamérica y ¡vòila!, para el día siguiente tenía la reserva hecha para ese día en particular.
Con lo que había sacado del banco cubría los gastos, pero no me quedaba ni un peso para llevar, razón por la cual me busqué otra changuita que afortunadamente finaliza el 2 de junio.
Pero lo conseguí. Acá estoy, soñando despierta, y marcando los días que faltan en la pared. ¡Y encima zafo del crudo frío de julio!
Iba a ilustrar este post con "Vuela, vuela", pero como ese tema está siendo usado en una publicidad, preferí este "estreno". Que lo disfruten.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Denuncia pública


Como habrán observado, este último tiempo estuve ausente. Y supongo que, lamentablemente, estaré ausente un poco más.
He dedicado este tiempo de mi vida a solucionar problemas y pelearme con medio mundo, sólo para pretender, ilusa de mí, que los demás cumplan con lo pactado.
Y como para muestra basta un botón, les contaré las desventuras con mi celular.
Hace un mes y medio, como conté en un anterior post, mi aparatito tuvo la mala idea de dejar de funcionar.
Después de ir a 5 (cinco) lugares a pedir presupuesto, me enviaron a MULTIPOINT, concesionario oficial de Sony Ericsson.
Después de una horita de espera, lo dejé para presupuestar el 8 de abril.
El 14 de abril me informaron que debía ser cargado nuevamente el software, que el precio de la reparación sería de $ 48,80 y que el plazo de entrega sería de 10 días hábiles. Autorizado que hube el presupuesto y esperado el plazo correspondiente, empecé a reclamar por mi aparato.
Llamé varias veces por teléfono y concurrí al local también
varias veces. Siempre se me informaba que todavía no estaba terminada la reparación.
El 12 de mayo (UN MES DESPUES DE ENTREGADO) fui personalmente obteniendo la misma respuesta de siempre. En ese momento pedí hablar con un supervisor, pero no pude conseguirlo.
El 14 volví a ir, volví a pedir hablar con un supervisor y también me fue negado. La señorita que me atendió en recepción quedó en hacer el reclamo correspondiente y que me avisarían telefónicamente cuando el celular estuviera listo.
Al no tener noticias, el 19 de mayo volví a presentarme en el local. En esa oportunidad me dijeron que EL PRESUPUESTO ANTERIOR ERA PROVISORIO (nunca me habían informado que era “provisorio”, cuando se habían tomado varios días para presupuestarlo), QUE EL DIA 14 ME HABÍAN INFORMADO QUE DEBERÍA PAGAR $ 83 MÁS (cosa que no es cierta, ya que el trámite lo hice yo personalmente y a mí no me dijeron nada) Y QUE, AL NO HABER APROBADO ESTE NUEVO PRESUPUESTO (pasado más de un mes de haberlo dejado) NO HABÍAN HECHO NADA.
Ya de mal modo exigí hablar con un responsable. En lugar de eso, se me derivó a una de las empleadas de atención al público, a quien le informé que quería la devolución de mi celular en las condiciones en que se encontrara. Esta señorita me informó que todavía debía esperar UNA SEMANA MÁS para recuperar mi aparato.
Harta ya de tanto manoseo, dirigí mis pasos hacia “Defensa del Consumidor” de esta capital, munida de nota por triplicado y fotocopia de la boleta original, también por triplicado.
Allí el hombre que me atendió (por cierto excelentemente), luego de algunas averiguaciones, me informó que mi teléfono, que era importado, tenía piezas de mejor calidad que las que se usan en este país, por lo que había sido destripado y habían vendido sus piezas como repuestos, y que por ese motivo no me lo podían devolver.
Los muy reverendos hijos de mil putas especulan con que las personas se harten (como fue mi caso) y pidan el teléfono como está, para arrumbarlo en algún cajón.
El señor que me atendió inició una causa judicial para pedir un aparato nuevo. Ya tengo la primera audiencia para el 3 de junio.
El tema es que darme un aparato nuevo no les hace mella, y seguirán con sus negociados. ¿Cuántas personas creen que se toman el trabajo de hacer lo que hice yo?
Lo que más lamento es que este tipo de cosas son (entre muchas otras) las que confirman mi condición de argentina renegada.
“Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”.

lunes, 5 de mayo de 2008

De carne somos

Tengo la teoría que, en general, los seres humanos tenemos una constante de dones. Belleza, inteligencia, carisma, memoria se van equilibrando. Los que ligan mucho de una cosa suelen no ligar demasiado de otras.
Sin embargo, hay algunos afortunados que acaparan muchas virtudes, y hay otros con los que Natura se ha ensañado.
Tal el caso de mi amiga Susana. La pobre es petiza, gordita, con dientes francamente prominentes, peinada como la sota de bastos y, como si eso no alcanzara, no fue dotada de muchas neuronas. Mi hija, con absoluta crueldad, la apodó “La Fronteriza” (porque vive muy lejos, ya en la frontera. ¿O qué pensaban?).
Volviendo a mi teoría, si bien no ligó demasiado en otras cosas, tiene la autoestima por las nubes. Según ella, todos los hombres del edificio donde trabaja caen rendidos a sus pies, y es fácil verla correteando por los pasillos detrás de algún centauro, que huye despavorido.
La semana pasada le tocó el turno a un señor del 8º piso. Después de perseguirlo unos días y plantada que fue en dos oportunidades, me dijo: “Al final, me voy a quedar sólo con mi marido. ¡Es el único que vale la pena!”.
Y esto me llevó a pensar en las dinámicas de las parejas.
Pienso que cada pareja tiene, de forma tácita o explícita, pautas que hacen a su funcionamiento. Y no hay reglas que sirvan para todos.
Por ejemplo, tengo unos amigos a los que yo llamo “simbióticos” (un psicoanalista los llamaría “co-dependientes”). No hacen nada solos. Si hay que ir a la peluquería, van los dos. Si alguno tiene que sacarse sangre, se la sacan los dos. Si ella tiene que ir al centro, él la lleva. Y les funciona (tal es así que hace 29 años que están juntos).
Otra amiga tiene un novio que está casado. Se me dirá que es lo más común del mundo, pero no.
Ambas mujeres se conocen, él lleva a su hija a casa de su amante, y muchas veces cuando va a casa de mi amiga telefonea a su mujer para avisarle que se quedará a cenar con “la otra”. Y también les funciona.
Creo que cada uno establece en plena libertad cómo va a ser su pareja: monogamia, swingers, tríos o cuartetos, siempre que ambos miembros estén de acuerdo.
Sin embargo, y aún a riesgo que lo tomen como una moralina, no me gusta cuando alguien cambia las reglas de manera unilateral.
Vale decir, si yo establezco una relación en que cada uno tiene la libertad de verse cuando quiera o de salir y/o acostarse con otros si así se presenta la oportunidad y después comparten las experiencias, perfecto.
Pero si yo establezco una relación “clásica”, basada en la fidelidad, no debería engañar a mi pareja.
Creo firmemente que la pareja es un espacio donde no cabe la mentira. Donde, aún si haberlo hablado explícitamente, sabemos cuáles son las reglas. Y donde esas reglas no se rompen.