
Ayer me escribió una de las protagonistas de la primera parte, diciéndome algo así como "¡Pero al final nos pasan cosas parecidas!".
Y... sí. Y ahí nomás se me ocurrió pensar en cómo había sido mi vida.
Creo realmente que las mujeres de nuestra generación no tuvimos un suave transitar por esta encarnación. Nos cambiaron todas las reglas.
Fuimos las primeras en tener que acostumbrarnos a que mamá saliera a trabajar, y tener que compartir su tiempo con su cansancio y sus problemas laborales. Visto a la vuelta, lo entendemos. Pero no fue divertido en ese momento.
Dejamos de ver la vida a través de un rulero para empezar a verlo a través de un diploma enrollado. Tuvimos que estudiar duro, y pelear codo a codo en el ámbito laboral. Y debemos seguir estudiando y capacitándonos si queremos "ser alguien".
Pasamos de creer firmemente que el sexo era pecado a que sea obligatorio (y eso sin contar la tendencia actual al lesbianismo).
Muchas de nosotras tuvimos que arreglárnoslas solas con los pibes, mal haciendo el papel de madre y padre (como siempre digo, yo puedo enseñarles muchas cosas a mis hijos, pero no a mear parados). En mi caso particular, tengo 2 laburos, vuelvo corriendo a casa donde trato de dialogar un rato con mis hijos mientras pelo las papas para la cena, enciendo el lavarropas y paso el plumero metido en el culo. ¡Y me olvidé la leche para el dasayuno de mañana, carajo!
A eso de las 11, cuando por fin terminé de lavar los platos me siento un rato a estudiar inglés (que me encanta), y a las 11:30 mi hija me despierta diciéndome: "Mamá... ¿No es más cómodo dormir en la cama?"
Para los varones tampoco fue fácil. Tuvieron que acostumbrarse a este nuevo modelo de sociedad. A las mujeres que ya no agachaban la cabeza, sumisas. A compartir las tareas hogareñas a pesar del cansancio de la vuelta del trabajo. A ocuparse más de los hijos y aprender a cambiar pañales. Muchos a irse del hogar conyugal, y aprender nuevamente a estar solos y ver a sus hijos cuando el régimen de visitas lo permite. O, cada vez más, a hacerse cargo de sus hijos, tarea para la que no están totalmente capacitados (No es un comentario feminista. Si bien se observa, CASI NINGUN MACHO en la naturaleza se hace cargo de las crías).
Una primera y apresurada conclusión podría hacernos pensar que, ya que nuestra generación hizo todo el trabajo, la vida de nuestros hijos sería más simple. No creo.
La mayoría de los pibes (varones y niñas) son criados por las madres y educados por maestras, lo que significa que no tienen una buena imagen masculina. Como los padres trabajamos y disponemos de poco tiempo para ellos nos sentimos culpables, y les resolvemos todos los problemas sin permitirles hacerse cargo de su vida. Les evitamos los esfuerzos y les hacemos creen que sólo tienen derechos, sin obligaciones. Y no veo que sean más felices por ello. Antes bien, veo muchos jóvenes a la deriva, sin rumbo. Y daría la impresión que no tienen la capacidad de trabajo que nosotros tuvimos y seguimos teniendo. El alcohol y la drogadicción (sin contar otros trastornos como la anorexia) están haciendo estragos. Según una psiquiatra conocida, los chicos comienzan sus episodios de estrés y depresión ya a los 8 años.
¿No es tiempo de pensar en qué nos estamos equivocando y hacer algo al respecto?