viernes, 31 de agosto de 2007

Conversaciones de alcoba (2)




Ayer me escribió una de las protagonistas de la primera parte, diciéndome algo así como "¡Pero al final nos pasan cosas parecidas!".
Y... sí. Y ahí nomás se me ocurrió pensar en cómo había sido mi vida.
Creo realmente que las mujeres de nuestra generación no tuvimos un suave transitar por esta encarnación. Nos cambiaron todas las reglas.
Fuimos las primeras en tener que acostumbrarnos a que mamá saliera a trabajar, y tener que compartir su tiempo con su cansancio y sus problemas laborales. Visto a la vuelta, lo entendemos. Pero no fue divertido en ese momento.
Dejamos de ver la vida a través de un rulero para empezar a verlo a través de un diploma enrollado. Tuvimos que estudiar duro, y pelear codo a codo en el ámbito laboral. Y debemos seguir estudiando y capacitándonos si queremos "ser alguien".
Pasamos de creer firmemente que el sexo era pecado a que sea obligatorio (y eso sin contar la tendencia actual al lesbianismo).
Muchas de nosotras tuvimos que arreglárnoslas solas con los pibes, mal haciendo el papel de madre y padre (como siempre digo, yo puedo enseñarles muchas cosas a mis hijos, pero no a mear parados). En mi caso particular, tengo 2 laburos, vuelvo corriendo a casa donde trato de dialogar un rato con mis hijos mientras pelo las papas para la cena, enciendo el lavarropas y paso el plumero metido en el culo. ¡Y me olvidé la leche para el dasayuno de mañana, carajo!
A eso de las 11, cuando por fin terminé de lavar los platos me siento un rato a estudiar inglés (que me encanta), y a las 11:30 mi hija me despierta diciéndome: "Mamá... ¿No es más cómodo dormir en la cama?"
Para los varones tampoco fue fácil. Tuvieron que acostumbrarse a este nuevo modelo de sociedad. A las mujeres que ya no agachaban la cabeza, sumisas. A compartir las tareas hogareñas a pesar del cansancio de la vuelta del trabajo. A ocuparse más de los hijos y aprender a cambiar pañales. Muchos a irse del hogar conyugal, y aprender nuevamente a estar solos y ver a sus hijos cuando el régimen de visitas lo permite. O, cada vez más, a hacerse cargo de sus hijos, tarea para la que no están totalmente capacitados (No es un comentario feminista. Si bien se observa, CASI NINGUN MACHO en la naturaleza se hace cargo de las crías).
Una primera y apresurada conclusión podría hacernos pensar que, ya que nuestra generación hizo todo el trabajo, la vida de nuestros hijos sería más simple. No creo.
La mayoría de los pibes (varones y niñas) son criados por las madres y educados por maestras, lo que significa que no tienen una buena imagen masculina. Como los padres trabajamos y disponemos de poco tiempo para ellos nos sentimos culpables, y les resolvemos todos los problemas sin permitirles hacerse cargo de su vida. Les evitamos los esfuerzos y les hacemos creen que sólo tienen derechos, sin obligaciones. Y no veo que sean más felices por ello. Antes bien, veo muchos jóvenes a la deriva, sin rumbo. Y daría la impresión que no tienen la capacidad de trabajo que nosotros tuvimos y seguimos teniendo. El alcohol y la drogadicción (sin contar otros trastornos como la anorexia) están haciendo estragos. Según una psiquiatra conocida, los chicos comienzan sus episodios de estrés y depresión ya a los 8 años.
¿No es tiempo de pensar en qué nos estamos equivocando y hacer algo al respecto?

miércoles, 29 de agosto de 2007

Conversaciones de alcoba (1)




Como dicen las series, los hechos narrados en este relato son reales. El nombre de la autora es el verdadero, pero los demás han sido cambiados para proteger su identidad.

Para vos, Dany, con todo mi cariño.

Hace 15 años mi hijo mayor empezó el colegio. Este año termina el menor, así que puede decirse que yo también soy una "egresada". Y, como correspondía, tuve mi viaje... así que me fuí a Bariloche con 99 adolescentes.
Llegué esta mañana, cansada y aturdida por el volumen de la música de los boliches, pero realmente feliz.
El grupo es fantástico, y realmente me gustaría agradecerles el haberme permitido compartir con ellos esta experiencia.
Me causó gracia ver cómo cada sexo respondía a lo que se esperaba de ellos. Los varones haciendo pavadas que hubo que sofrenar como a los caballos briosos para que no se dañen ni dañen a los demás. Las chicas con sus conflictos entre ellas y con ellas mismas.
Con algunas tuvimos diálogos intensos, íntimos, positivos. Uno de los temas preponderantes fue, desde luego, el sexo, con sus hormonas exacerbadas por la edad y las circunstancias.
Algunas ya tenían más carreras que Legizamo, a qué negarlo. Me daba lástima ver cómo permitían ser manoseadas y menospreciadas por algunos varones. Lamentablemente todavía no aprendieron a respetarse a sí mismas. Ojalá lo hagan.
Otras ya se habían acostado y vivían su sexualidad con libertad y alegría, otras eran vírgenes.
Una tarde Filomena me dijo que quería hablar conmigo en privado y bajo la promesa de no contarle a nadie. De una forma espectacularmente tierna me contó que la noche anterior se había besado con un pibe y que éste le había metido más manos que un pulpo y pretendió tener sexo, a lo que ella se negó. "No estaba preparada", me dijo. Y yo le dije que me parecía muy bien. Y continué diciéndole que el sexo es algo muy lindo y que la única condición es hacerlo porque tenemos ganas. No porque mis amigas ya lo hicieron, no por obligación, no porque sino mi novio se va a ir con otra, ni por ningún otro motivo que desearlo. Y sin preocuparse por lo que siga.
También me contó que estaba preocupada porque cuando el pibe la tocó se calentó. "Fue una pulseada entre mi Ello y mi Super-yo", enfatizó (Así son estos pibes de ahora. ¡Usan un vocabulario!). Y yo le dije que eso era fantástico, porque significaba que era una mujer, que era capaz de sentir, y que no se sintiera mal por eso. Y por dentro pensaba qué me dirían sus padres o el colegio religioso al que acuden al escuchar todo esto.
Esa misma tarde las chicas fueron a mi dormitorio antes de la cena y, como era de esperar, salió el tema. La otra mamá comentó que uno de sus grandes triunfos había sido llegar vírgen al matrimonio, que la mujer debía poner en cada acto sexual mucho más que sólo deseo, que sólo había que hacerlo en determinadas circunstancias. Yo me quedé helada. Otra de las chicas, Carla, me había contado que la noche anterior había tenido sexo con otro pibe que había conocido en el boliche la noche anterior. Y lloró.
Yo me sentí muy mal por ella. Me parecía injusto arruinarle esa experiencia.
Esa charla me llevó a pensar mucho en el tema.
En primer lugar, me gustaría que alguien inteligente me explicara cuál es la virtud de ser vírgen. No quise preguntárselo a la otra madre porque supuse (prejuzgando) que no me daría una respuesta válida.
En segundo lugar, no puedo creer que todavía haya gente de mi generación (de hecho, ella es menor que yo) que tenga esa mentalidad retrógrada (para decirlo de alguna manera).
A mí me llevó 45 años entender que las cosas no son como me las contaron.
Creo que hay que diferenciar muy bien entre promiscuidad, vivir libremente la sexualidad y ser una reprimida.
Pienso que todos sabemos a qué me refiero con ser promiscuo. No me refiero a acostarse con mucha gente, si a alguno se le ocurrió pensar en eso. Me refiero a esa gente a la que todo le da igual, que no tiene frenos, que no se quiere ni se respeta. Que, en el fondo, ni siquiera lo disfruta demasiado.
Vivir plenamente la sexualidad es, para mí, no imponerse falsos tabúes o preconceptos. Pasarla bien. Divertirse. Y tomar al sexo como algo natural e integrante importante de nuestras vidas.
Tardé mucho en entender eso. Hace un tiempo tuve (por única vez en la vida) una noche de sexo ocasional. Ya en ese momento sabía que no me interesaba tener con ese señor más que un encuentro horizontal.
Mi amigo Fabián se puso muy contento por mí cuando se lo conté. Y me dijo algo que para mí fue muy importante. Es UNO el que decide cuándo entrega su corazón y cuando no. No hay necesidad de entregarlo en cada encuentro, como pretendieron hacernos creer. Ni tener un compromiso formal.
Ser reprimido, por último, es no animarse a disfrutar. Y se aplica tanto a hombres como a mujeres. Es sentirse culpable de pasarla bien. Es pensar que uno es "menos respetable" si tiene alguna fantasía (y ni que hablar si se anima a vivirla).
Siempre me consideré integrante del 3º grupo, con una familia ultra religiosa, llendo a un colegio de monjas y habiendo tenido en ese campo un marido menos creativo que una oruga (Y sintiéndome cómplice de nuestra tediosa vida sexual). Recién ahora, acercándome a los 50, me siento más libre y más plena.
Por suerte nunca es tarde...

miércoles, 15 de agosto de 2007

Citas "10 personas en 8 minutos"




"Poné canal 32", me urgía anoche Fabián. A sabiendas que sería algo interesante, lo puse.
Estaban dando "La Ley y el orden", en donde un señor usaba el sistema de citas del título para conquistar señoritas y luego violarlas. "¡Diablos!", pensé yo, que fuí a uno de esos encuentros hace muy poco. "Y a mí ni siquiera me tocaron", seguí pensando preocupada.
La cosa es así: nos citaron en un muy lindo lugar del microcentro un martes a las 19:30. Como estaba de vacaciones de invierno (sí, soy de esas afortunadas), me pareció una buena oportunidad para ir. Uno nunca sabe cuándo puede conocer a alguien interesante.
Al llegar noté que se trataba de un lugar de "slow food". Interesante alternativa para el ritmo alocado que llevamos.
Dos personas acreditaban a los hombres, y dos a las mujeres, y nos iban separando "las nenas con las nenas, los nenes con los nenes".
A la primera conclusión que llegamos las que estábamos conversando fue que los hombres estaban bastante deteriorados (tenían entre 45 y 55 años). "Lo que pasa es que nosotras nos teñimos, hacemos dieta casi obligatoriamente y usamos cremas anti-age", tercié yo. "Sí, pero la próxima me busco un pendejo", opinó otra de las involucradas.
Las señoritas nos sentamos cada una en una mesa, y los caballeros se retiraron a otro salón donde se hizo el sorteo de mesas. Y empezamos.
Una dama muy bonita con acento venezolano nos dió las instrucciones: cada señor debía sentarse en la mesa que le tocó, y cambiar a la siguiente cuando sonara la campana. Después de 6 citas (fueron 12 en total porque había mucha gente) habría un intervalo, donde podríamos conversar con quien nos interesara o con aquellos con los que no alcanzáramos a ver. Y, si alguien realmente nos gustaba, debíamos decírselo.
Teníamos 2 planillas (una para nosotros, otra para darle a ellos) donde debíamos poner la impresión que el candidato/a de turno nos había producido. Las opciones eran 3: "sin coincidencia", "amistad" o "flechazo".
En la primera mitad de la reunión puse 2 "amistad" y 4 "sin coincidencia".
Y llegó el intervalo. Muchos salimos a una monona terraza con sillas playeras y palmeras, incoherentes con el frío polar que nos está torturando, pero un verdadero placer dentro del loquero de la gran ciudad.
Allí un señor se me acercó a conversar. Era agradable. Judío trabajando en la Embajada de EEUU (según dijo), daba clases de teología en una universidad judía.
Se ve que lo impresioné (yo también tengo lo mío, ¡que tanto!), porque quiso verme después de la reunión (no me entrevistaría con él).
En la segunda parte sólo marqué un "flechazo". En realidad, el caballero de marras me atrajo sexualmente, pero (transgrediendo las reglas) no se lo dije. Todavía no estoy tan liberada.
Al finalizar la reunión sortearon 3 cenas para parejas formadas al azar. A veces tengo suerte en esas lides, pero esa vez no me tocó.
Salí a buscar mi auto y, al darme vuelta, me encontré con el señor del receso. Me había seguido hasta el estacionamiento. "Tomemos un champagne", propuso. Todavía no eran las 10 y media, y a la mañana siguiente no tenía que madrugar, así que acepté.
Fuimos a un pub cercano. Lo que siguió fue más una sesión de psicoanálisis que una cita.
Al entrar al pub pidió una Coca para él y champagne para mí, sin consultarme. Como no tomo alcohol y encima tenía que manejar, pedí otra Coca, pero Zero. No le gustó mucho que me negara a su desición, pero lo siento.
Le pregunté por qué no tomaba él champagne si tanto le gustaba. "Hace 6 meses que no tomo más", fue su respuesta. "¿Eras alcohólico?", pregunté. "Sí, y es muy difícil recuperarte".
Y empezó a contarme la historia de su vida. Durante la adolescencia había sido un obeso mórbido, llegando a pesar 250 kilos. Ahora sólo era gordito.
Su padre (que llamó para controlar dónde estaba mientras charlábamos) había sido muy estricto. Para mí, por lo que me contó, era cruel. Para él, sólo intentaba hacerlo reaccionar.
Su obesidad y la falta de amigos lo llevaron al alcohol, y posteriormente a una profunda depresión, de la que estaba saliendo con medicación y tratamiento.
Quiso invitarme a una fiesta en la embajada, quería regalarme un celular, más o menos ya había planificado el resto de nuestra vida juntos. Y ýo, que no me gusta que me apuren, salí rajando.
Algún distraído pensará que era una joyita, pero fue una charla fascinante.
Pero volvamos al tema en cuestión. Parezco Tarzán, siempre lléndome por las ramas.
A la mañana siguiente había en mi correo un mail informándome sobre el resultado de la reunión. De los 3 que había marcado, uno puso "sin coincidencias", otro "amistad" y otro "flechazo". A los demás se ve que no les moví un pelo (ni ellos a mí). Además, me pedían autorización para enviarle mi dirección de mail a los dos señores con los que podría pasar algo, y accedí.
Creyendo (creo que erróneamente) que el tema era conocer gente, esperé en vano tener noticias de mis romeos, aunque de uno de ellos recibí su correo. El otro hizo mutis por el foro.
Al segundo día decidí tomar el toro por las astas y escribirle yo. Tomamos un par de cafés en la semana, pero no pudimos vernos el sábado porque él iría con un amigo a un bar gay y, aunque me aseguró que sólo era "para hacerle la gamba", no sé que pensar. Veremos cómo sigue la cosa.
Después de mi experiencia saqué algunas conclusiones:
1. Vivimos en la era de las comunicaciones, y nos resulta muy difícil relacionarnos.
2. ¡Yo digo ser "la gata Flora"! En las dos reuniones de solos y solas a las que fui, no se formaron parejas. En la de 10en8 la mayoría de la gente era habitué. Eso quiere decir que no se forman parejas.
3. Me parece muy divertido ir a esos lugares. Si bien tengo plena conciencia que es más fácil encontrar a un plebeyo desteñido que a un príncipe azul, paso un buen momento conociendo y charlando con gente que, en general, va con muy buena onda.
Pero para la próxima, me voy con mis amigas a un stripper.

viernes, 10 de agosto de 2007

¡Otra forma de vida!



Hay días y días... Por suerte, porque si no sería un embole.
Como leí en otro blog, hay días que, con pavadas, nos sentimos bien. Subimos al tren, y justo se baja una persona y podemos sentarnos. Y enganchamos justo el subte o el bondi. O, como me pasó a mí, mi jefe me dijo "che, se te ve fantástica". O alguien nos sonríe por la calle.
Pero hay otros que son más difíciles. Y hoy es uno de esos. Y hay que sobrellevarlos.
Al subir al tren mi MP3 se negó a andar. Intenté leer, pero un vendedor subió al vagón y, sin decir agua va ni importarle un soberano carajo si alguien quería escuchar cumbia vilera (como hacen siempre), puso su equipo a todo volumen. Ya oigo los gritos: "¡¡¡Pobre hombre, está trabajando!!! Peor es que salga a robar". Y respondo: Es cierto. Eso es peor. Y no me niego en absoluto a que trabajen. Pero sí me niego a que me rompan permanentemente las pelotas.
Interrumpida ya mi lectura, me dediqué a hacer un paneo general. Me gusta observar a la gente.
Sentado con las piernas abiertas había un hombre grande tomando ya una lata de cerveza a las 8:30 de la mañana (y con 1º de sensación térmica). A su lado una chica comiendo chicle a la que pude verle las amígdalas de tanto que abría la boca. Un verdadero asco. Detrás mío un flaco que no hacía más que tragarse los mocos (recuerden la temperatura). ¡¡¡¡SOCORRO!!!
Me corrí un poco al fondo del vagón, que estaba más despejado. Ahí había dos hombres de mediana edad y aspecto tan ratón como el mío hablando sobre autos. Uno le decía al otro: "¡Si ese auto está barato! La versión básica está 60 lucas", mientras yo pensaba "¡¡Dame media docena, así tengo para regalar!!". Pero la cosa siguió: "Ese otro auto está 90, ¡pero full!". A esa altura yo estaba por preguntarle por qué, si esos precios le parecín baratos, no se tomaba una combi en lugar del Roca, pero me contuve. A esa hora de la mañana la gente no suele tener mucho sentido del humor...
Llegado que hube a Constitución, tomé el subte, como de costumbre. Antes tomaba el colectivo sentada, pero la Plaza de Mayo es un kilombo permanente, y se me iba media mañana. Caminé hasta la oficina entre baldosas sueltas, gente apurada que te putea si no corrés como ellos, autos que te apuntan en lugar de cederte el paso.
A veces pienso que a la mayoría de los argentinos les gusta vivir así. Parecería ilógico, pero así es. Y lo veo en mucha gente que me merece respeto.
No toleran las reglas. Tiran basura en la calle. Un grupito de gente TIENE TODO EL DERECHO de cortar cualquier avenida, pero los pobres infelices que deben ir a trabajar no tienen siquiera el derecho de quejarse.
Somos incoherentes: hay una campaña feroz contra el cigarrillo, pero no nos calentamos porque en los boliches les venden alcohol a menores y salen en un estado lamentable. Y ni hablar del "paco", que todo el mundo sabe donde conseguirlo y nadie hace nada.
Vemos por televisión escenas de terrible violencia, o nos muestran el baile del caño mientras vemos los programas de la tarde, pero si Moria inaugura una playa topless nos hacemos cruces.
Somos uno de los países del mundo CON MAYOR INDICE DE EMBARAZOS ADOLESCENTES (entre 15 y 19 años), pero si pretenden enseñar educación sexual en los colegios nos rasgamos las vestiduras.
La gente se queja de los políticos corruptos y ladrones, pero cualquiera que consigue un puestito lo primero que hace es un negociado. Y más: he visto a un hombre en el super tomando un yogur y dejándolo vacío en una góndola (es decir, robando), mientras se quejaba de cómo robaban los políticos. O una conocida, que iba con el bolso del bebé para poder robar "como una gracia".
No hay caso. Yo no puedo aceptar esta forma de vida. Soy una inadaptada crónica. Hay otras formas de vida mejor (para mí). Tal vez más estructuradas, pero con reglas más claras.
Se me dirá: "Y bueno, andate". Y no crean que no lo pensé. Pero primero que nada no tengo los huevos necesarios, y segundo que acá tengo mis afectos.
¿Es mucho pretender tener una vida digna?
Para terminar, copio a continuación algo que me llegó por Internet, y que me parece que vale la pena.
Carta de un Norteamericano a un Argentino
¡Cómo se ve que los árboles no te dejan ver el bosque!
¡Cómo podes llamarte pobre, cuando sos capaz de pagar por un litro de nafta más del doble de lo que pago yo!
Cuando te das el lujo de pagar tarifas de electricidad y/o de teléfono un 40% más caras de lo que me cuestan a mí.
O cuando te comprás un auto por u$s 20.000 que a mi no me cuesta más de u$s 12.000 . ¡NO TE ENTIENDO!
Pobres somos nosotros, los habitantes de la Florida, ya que el Gobierno Estatal, teniendo en cuenta nuestra precaria situación financiera, nos cobra sólo el 2.5% (hay otro 4% que es Federal, total 6.5%) de impuestos al consumidor final (IVA). Y no el 21% como a ustedes los ricos que viven en Argentina.
Además, ¿no son ustedes los que tienen "Impuestos a la Riqueza"?
Porque si ustedes no fueran ricos, ¿qué sentido tendría tener un impuesto de ese nombre?
Un País que es capaz de cobrarle a su Industria y Comercio un impuesto a las Ganancias POR ADELANTADO como en la Argentina, NECESARIAMENTE tiene que nadar en la abundancia porque asume que los negocios de la Nación y TODOS sus habitantes SIEMPRE tendrán ganancias y por supuesto, como su nombre lo indica: serán RICOS.
¡Los pobres somos nosotros! Que no pagamos un peso de impuestos si ganamos menos de u$s 3.000 (al mes y POR PERSONA).
Mirá si seremos pobres aquí en USA, que las escuelas públicas te prestan los libros de estudio previendo que no tengas con qué comprarlos.
A veces me pongo verde de envidia pensando que cuando en la Argentina sacan un préstamo cualquiera, son capaces de pagar 22% anual como mínimo de intereses. ¡ESO ES SER RICO! No como aquí que apenas llegamos al 8% (generalmente 7.8%) justamente porque NO estamos en condiciones de pagar más.
Supongo que como todo "pobre", tenés un auto y que estás pagando tu patente unos u$s 400 anual. Si lo hacés, vos gastás 7(siete) si, 7 (siete) veces más en patente que lo que me toca pagar a mi por un auto de u$s 7.800 (Ford Taunus 1998). Del Seguro ni hablemos.
¡Sacá la cuenta! ¿Quién es el rico, y quien el pobre?
Por último, parece ser que más del 30% de la población activa en la Argentina NO TRABAJA. Aquí en cambio sólo hay un 4% en la misma situación. ¿No te parece que el vivir sin trabajar es un lujo que sólo los ricos se pueden dar?
¡¡¡Dejá de llorar!!!

viernes, 3 de agosto de 2007

Sobre las rupturas y esas cosas


Allá por los '80 compraba una revista llamada "Humor & juegos". Ahí un tal Santiago hacía este tipo de cosas. Esta es mi versión libre "remasterizada".

"Aprendiendo" - Lindo, pero no sé de quién es




Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos,Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del sol quema.Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes.Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido.Desafortunadamente, solo con el tiempo...