domingo, 9 de septiembre de 2007

Sobre padres e hijos


Volviendo a la filosofía barata, se me ocurrió pensar cómo estamos manejando la educación de nuestros hijos.

En primer lugar, estoy persuadida (como decía un viejo político contemporáneo) que nuestro deber como madres (y padres) es crearles alas a nuestros hijos y enseñarles a volar. El problema es que muchas veces nos creemos sus dueñas (por aquello que estuvieron en nuestras panzas y “yo que hice tanto por ellos…”). La verdad es que ellos no nos deben nada. Si hacemos lo que hacemos ES PORQUE QUEREMOS, ni más, ni menos. Y muchas veces los usamos para tapar nuestros propios baches, como si fueran asfalto barato.
Si tuvimos una infancia o adolescencia feliz o desdichada, si nuestros viejos nos adoraban o no nos daban bola, si nos sentimos las peores desgraciadas o las mujeres más realizadas del planeta, si los únicos que nos dan bola son nuestros perros, o si la compañía que tengo en la cama es mi gato Juan, ES NUESTRO PROBLEMA, y no tenemos ningún derecho de trasladarlo a nuestros hijos. Bastante tienen con llevar adelante su propia vida, que por cierto tampoco es un lecho de rosas en estos tiempos que corren.
Los usamos como excusa para tapar nuestra soledad y no hacernos cargo de nosotras. Usamos nuestras enfermedades para pensar: “¡Qué desgraciado! ¡Yo muriéndome y él pretende seguir la joda!”. Y nuestras enfermedades (bocho mediante) en todo caso las podrá resolver un médico, no ellos.
Mi viejo dice que él se imagina la vida como una fila: los abuelos ven a sus hijos, sus nietos, y así siguiendo… Los padres ven a sus hijos. Y los hijos miran hacia el futuro. Si tuviéramos que mirar hacia el pasado tendríamos ojos en la nuca, no en el frente.
Creo que a esta edad estoy aprendiendo a hacerme cargo de mí EN LAS BUENAS Y EN LAS MALAS. Ahora estoy bien en el trabajo. Lo conseguí por mérito propio. Y me palmeo el hombro por eso. “¡Bien hecho, muchacha!”, me digo. Pero cuando hago algo mal trato de hacerme cargo (y muchas veces no me gusta nada de nada). Y aprendí a pedir perdón. Debo ser medio dura para aprender, porque me llevó toda una vida…
Creo que la única manera sana de relacionarse con los otros (y especialmente con nuestros hijos) es darle la libertad de elegir. Tanto ellos como nosotras tenemos que tener nuestras propias actividades. Y estar juntos cuando queremos. Y disfrutar de estar juntos. No podemos exigirles que estén con nosotras por culpa u obligación, porque eso no sirve. A la corta o a la larga eso sólo crea resentimiento.
En mi caso particular, les estoy tremendamente agradecida a mis padres. Siempe me ayudaron muchísimo y me apoyaron en todos los proyectos que tuve. Y le doy valor porque sé que pueden elegir no ayudarme. Por eso no me siento en deuda. Y cuando hago algo por ellos (o por mis hijos) lo hago porque quiero, no porque se los deba. La diferencia es sutil, pero muy importante.

Sé que es fácil decirlo y muy difícil hacerlo, pero considero que es el único camino. Y es muy probable que tenga muchas cosas equivocadas, pero, por ahora, los resultados fueron buenos y a mí me sirve.

7 comentarios:

La Incondicional dijo...

Creo que la libertad de elegir se la debemos a toda persona y son incontables las ocasiones en que no dudamos en mutilarla. Pero sucede que, para muchas de nosotras, resulta muy cómodo poner a nuestros hijos como excusas tanto de lo que hacemos por obra de nuestro impulso como por aquello que dejamos de hacer por causa de nuestros propios miedos.

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Incondicional:
Es absolutamente cierto.
Cuando me separé, tenía pánico de relacionarme con otro hombre, y usaba a mis hijos como excusa para no poder salir. Ahora los sigo usando, a veces, pero soy plenamente conciente.
Creo que no hay derecho a cargar a nuestros hijos. Pero a veces no es fácil cuando estamos solas. Tengo una amiga que el verano pasado estaba recaliente con los hijos porque ella estaba triste y los hijos (13 y 14 años)prefirieron salir a jugar con los amigos en lugar de ver una película con ella. Este post es de esa época, pero creo que sigue vigente.
Y desde luego que es más cómodo. Fijate que, en general, todos hacemos cargo de nuestros miedos al afuera. Y creo que es hora de desempolvar nuestra propia mugre.

♋ Mariposa dijo...

Muy buen texto,y si el refugio en excusa es miedo....

Guillo dijo...

Que tema para tratar, otra vez me dejas sin palabras. Me pareció hermoso ver como con el tiempo se aprende y también a base de errores a llegar a tener esa claridad tan cristalina de ver las situaciones como son y no como se quiere que sean. Te aplaudo, sigue así.

Besotes para ti

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Mariposa,
A veces es miedo, pero otras tantas soledad o simple aburrimiento. Y no es que yo nunca lo haga, pero es importante tratar de tomar conciencia y no joder a los otros.

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Guillo,
Muchas gracias por tus palabras. Como todos los que conozco, no tuve una vida fácil. Pero creo que vale la pena hacer el esfuerzo de aprender y crecer. Ya que tuve que padecer malas situaciones trato por lo menos de capitalizarlas.
Y si yo pude, te aseguro que puede cualquiera.

El vulcano dijo...

Hasta yo he utilizado a las niñas como excusa.....en fin, creo que es importante la libertad, aunque cuando tienes hijos (bueno, yo como si los tuviera...) el miedo a que les pueda pasar algo, el miedo a que cometan los mismos errores que uno mismo, nos hace cortales esa libertad. Dificil, a veces muy dificil. Saludos.