domingo, 18 de noviembre de 2007

Adiós al amigo



Esta fue una semana bastante complicada, lo que me mantuvo ausente de los lugares que suelo frecuentar (como el blog, por ejemplo).
Laboralmente ando como loca, porque me hice cargo de la revista de la universidad para la que trabajo y hay que terminar la edición antes del fin de Noviembre. Para los que nunca trabajaron en editorial puede parecer una nimiedad, pero los que sí lo hicieron saben que el cierre siempre es una locura absoluta.
Pero como nunca las cosas vienen solas, el lunes se mudaron mis padres. Camión de mudanza para ellos, taxiflet para mí. Lo mío fue casi otra mudanza, pero con la diferencia que ellos llegaban a un departamento vacío y yo llegaba a una casa llena. Traje varios muebles que están desperdigados por doquier en mi domicilio. A eso hay que sumarle las cosas que me pidieron tener provisoriamente hasta armar la baulera. ¡Hasta el freezer me llenaron! Como debían trasladar la heladera, recalaron en mi casa (que tengo un freezer grande) para que no se les echara a perder la comida.
Me traje una enorme biblioteca, porque en casa los libros ya ocupan más lugar del deseable. Quedó preciosa en el hall. Pero como no puedo con mi genio, cada libro que mi madre separaba para regalar, yo lo metía en una caja al grito de “¿Esto vas a regalar?”. Conclusión: la susodicha quedó llena con los libros que me traje sin dejar lugar para los ya existentes.
Por otro lado, mis padres son muy afectos a las plantas, habilidad de la que no heredé ni una pizca (cosas de la genética). Pero como no podía dejarlas morir secándose solas (conmigo durarán un par de meses más, porque se me secan hasta los cactus), me las traje, por lo que mi casa se convirtió en un vivero. Tengo 3 plantas en la cocina, 2 en el baño grande, 1 en el chico, 1 en mi dormitorio…
Pero lo peor de todo fue una planta que mi padre quería mucho y que traje esta tarde en el auto. Les describiré el cuadro: bajado que estaba el asiento posterior del auto, había allí una mesa rodante, una alfombra, porquerías como bafles, parlantes, luces, transformadores, clavas, un bate de béisbol, una raqueta de badmington, almohadones de 50 x 50 para los sillones del living, y en el asiento del acompañante esta planta (“la lechuga”, para los íntimos) con unas dimensiones descomunales (a tal punto que media planta salía por la ventanilla). Ahora la tengo en el medio del living, por lo que ya me siento Tarzán en la jungla. La gente, al verme pasar, me señalaba y se reía (juro que es verdad).
Pero antes de ir allí fuimos a almorzar al nuevo departamento (no se si había comentado antes que parecemos “Los Campanelli”). Hablamos de todas las contingencias lógicas, felicitamos a los felices nuevos propietarios y brindamos con champagne. El lugar está precioso, y los “estrenantes” están muy contentos.
Como mañana hay que entregar la llave, después de los postres fui a buscar todo lo que faltaba.
La casa que había sido mi hogar estaba vacía. Mis pasos resonaban en las paredes desnudas. Era sólo un cascarón. Subí al piso superior, hice una última recorrida, recordé muchas cosas. Miré por última vez el que había sido mi dormitorio de la adolescencia. Las palabras que mi hermano había pronunciado poco rato antes resonaban en mi cabeza: “la casa es uno, no el lugar físico”. Y es cierto. Pero de cualquier manera lloré. Me despedí de ella como quien se despide de un viejo compinche. Cerré la puerta y me fui sin mirar atrás. Una nueva etapa empieza.

10 comentarios:

dispersa dijo...

si bien comparto las palabras de tu hermano,también tus lagrimas,creo q no hay mudanza sin llanto y sin cambios ..
¿si probás con agua?para q no se sequen las plantas,je je ¡cuida la lechuga!q hizo algo groso.....REIR.
un beso

F. Fabian S. dijo...

Por fin la casa estara en paz, habida cuenta de la cantidad de fiestas y kilombos varios que de adolescentes hicimos alli.
Igual, me dio un poquito de nostalgia.

La Incondicional dijo...

YO nunca me mudé. Es una de las cosas en mi lista de pendientes.

Guillo dijo...

Hola Patricia, paso a saludarte. no pude leer todo es post así que escribo más que nada un comentario-saludo ó algo parecido.

Besote y cuando pueda vuelvo

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Dispersa,
Estoy intentando hacer sobrevivir las plantas. Siguiendo tu consejo, me hice de una botellita de gaseosa de ½ litro a la que hice un agujerito en la tapa y las riego todos los días. ¡Espero ahora no ahogarlas!!!

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Fabián,
Es cierto: la casa descansará de nosotros. ¡Pero andá a saber cuál va a ser su destino!
Y la nostalgia es inevitable en un lugar tan querido. Pero lo más lindo es seguir teniendo amigos como vos con quien seguir compartiendo experiencias nuevas y viejas.
Un besote enorme

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Incondicional,
Creo que los sentimientos en una mudanza varían mucho dependiendo de lo que se vivió allí. Cuando yo me casé vivimos en una casa muy chiquita y alejada por 8 años. Nunca pude adaptarme. Cuando nos fuimos yo estaba feliz.
Pero esta casa, a pesar de hacer años que no vivo allí, tiene tantas emociones que es muy difícil no sentir nada.
Pero pienso que es bueno haberlo hecho por una decisión propia y no por obligación. Porque, a pesar de la nostalgia, lo hacés con alegría.
Un beso

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Hola Guillo!!
Te tengo medio perdido, así que te agradezco haber pasado.
Quise entrar a tu blog, pero me piden un password.
Me gustaría mucho seguir leyéndote. Explicame qué tengo que hacer.
Un cariño grande

♋ Mariposa dijo...

Las nostalgias son inevitables,dejè hace unos años atràs mi casona de piso de pinotea y vitreaux,los techos altìsimos,el parque enorme,la extraño horrores y fuè lo peor que pude dejar,pero allì viven dos homosexuales que los adoro e hicieron los cambios que,me hubiesen gustado,la frecuento y nos hicimos amigos,màs cuesta pero...
todo cambia,quedan sabores...
besotes!!! y espero estès sùper sùper bien!

♋ Mariposa dijo...

Patricia,no se te ve!!! espero que estès bien,y se siente el vientito norteño con los pastos por aqui....
Besos,y hermoso finde!