miércoles, 24 de octubre de 2007

Sensaciones

Cuando la semana pasada mi vieja me llamó por teléfono para avisarme acerca de mi hijo, la sensación fue horrible: una mezcla de angustia e incertidumbre que sólo se calmó un poco al llegar a la clínica.
Creo que hay muchos tipos de sensaciones. Están aquellas que se relacionan directamente con los sentidos. Por ejemplo, yo adoro el olor a nafta, porque me recuerda cuando de chica hacíamos largos viajes con mis viejos, y gracias a los cuales conocí todo el país (me falta Mendoza, por si alguno tiene ganas de invitar...). O el perfume a jazmines, que me recuerda las navidades (una vecina tenía una planta que se ponía blanca de flores en esa época). También están las visuales, como cuando vemos un cuadro o una foto que nos emociona. O las táctiles: a mí me produce un inmenso placer acariciar a mi gato Juan cuando lo tengo a upa (iba a poner que me encanta acariciar algo peludo, pero sonaba feo). Y ni que hablar de la música...
Hay otras sensaciones ambidiestras, es decir, mezcla de placer y pánico, como la última vez que subí a la montaña rusa del Parque de la Costa. O la adrenalina que se siente haciendo deportes extremos. A estas sensaciones las elegimos nosotros. Son nuestra decisión.
Pero hay otras, buenas y malas, que se instalan sin permiso en el alma: el miedo, por ejemplo, tan desagradable él. Y que no me vengan con que nos prepara para el peligro. ¡La naturaleza podría haber buscado una forma más delicada, caramba!
O el amor, por más vapuleada que esté esta palabra. Son sensaciones que no podemos manejar pero que todos compartimos en algún momento. Muchas veces podemos decir: "Te entiendo... A mí ya me pasó."
Sin embargo hay otras maravillosas, únicas, personales que nos transportan. Por ejemplo para mí, estar en un avión cuando empieza a carretear y despega me produce una sensación orgásmica (con perdón de la palabra a los pudorosos). Cuando digo ésto mi hermano, que teme a los aviones, me mira con cariño pensando en qué ferretería va a conseguir el tornillo que me falta. Y yo pienso "No te calentés. No hay solución."
Me encantaría saber cuáles son sus sensaciones favoritas.


Pensaba con qué ilustrar este post, y ya que nombré al miedo 2 ó 3 veces, acá los dejo con Arbol entonando "Ya lo sabemos"

7 comentarios:

♋ Mariposa dijo...

me quedo con las orgasmicas....que pudor ni ocho cuartos...a esta altura???? ahi estàn los sentidos,los sabores,los aromas,los colores,las estrellas....jajaja...muy buen post!
besosssss

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Mariposa,
¡Tenés razón! ¡Qué tantas explicaciones! Yo también me quedo con esas...
Besos

dispersa dijo...

Cuando regrese del vuelo te cuento ����era cu�ndo est�s en 1 avi�n y empieza a carretear??? voy a ver... Y yo q nunca tom� un avi�n.je je Bueno ahora lo cierto: coincido "un orgasmo es la sensaci�n mas ...."eh despega el avi�n y con tanto pudoroso dando vueltas.Ma si me voyyyyyyyyyyyy
Te felicito x el post

Anónimo dijo...

Yo fui a Mendoza, hace calor de día y frío de noche, me cagué resfriando...

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Dispersa,
¡No sabés lo que te perdés! Aunque reconozco que es algo muy personal... Eso sí, ¡si te vas me rajo con vos!!!
Muchos besos

Tomás,
En Agosto estuve cagándome de frío en Bariloche, pero fue fantástico.
Y recuerdo cuando hice Mesopotamia, Brasil, Paraguay y entré por Formosa y Chaco, donde sentí en carne viva lo que siente un cubito en una Coca en verano. Si fuera una estadistica, podría decirte que EN PROMEDIO la temperatura estuvo genial. Y prefiero tomar un antigripal a perderme un viaje.
Besotes y gracias por pasar

La Incondicional dijo...

Me gusta esa sensación estomacal que solo producen las bajadas repentinas, como en la montaña rusa. Me gusta la sensación que se siente previo a dar un examen.
Pero nada comparado a estar en un café, una tarde de primavera, con el ruidos de los pájaros y la ventisca del atardecer y "Las aguafuertes porteñas" entre mis manos.

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Incondicional,
Amo los bares. Cuando entraba más tarde a trabajar solía ir al bar de la esquina, tomar el típico café con leche con medias lunas y leer el diario, o algún libro que me acompañaba en la cartera. ¡Es una sensación maravillosa!
Ahora suelo hacerlo de vez en cuando.
Y la sensación de vacío en el estómago con la adrenalina corriendo a mil por las venas, ni que hablar.
Besotes