viernes, 5 de octubre de 2007

Lo que no fue


Virginia por fin tenía un celular nuevo. Hacía mucho que tenía teléfono, pero por razones presupuestarias siempre se había conformado con los más baratos.
Este era distinto. Tenía todos los chiches: alarma, agenda, conexión a Internet, mail. Ella que nunca se había interesado por la fotografía ahora le estaba encontrando el gustito.
Y ahí surgió un problema: necesitaba una conección entre su nuevo celular y la PC para poder bajar las fotos. Y una tarde que andaba por el shopping decidió comprar el puerto. Preguntó en el stand de su compañía pero no tenían. Pero ya estaba ansiosa, y lo compró en otro de los stands.
La chica que la atendió fue muy amable, y, como era costumbre, le dijo: "cualquier problema me lo traés".
Llegó a su casa pronto y, antes de ocuparse de otra cosa, se dispuso a instalar el nuevo aparato: ya no aguantaba más las odiosas melodías provistas por el equipo y quería bajarse sus canciones.
Pero la tecnología es mezquina, y su nuevo puerto no quiso funcionar.
Al día siguiente, a la salida del trabajo, fue nuevamente al shopping a hacer el reclamo. Esta vez fue el dueño del local quien la atendió. Le explicó que no tenía otro, pero que le traería un recambio el día siguiente. "Si me das tu teléfono te llamo y te cuento qué conseguí". Y ella se lo dió.
A la mañana siguiente, mientras viajaba hacia la oficina, recibió un mensaje de texto: "Hola Virgi. Tengo tu nuevo puerto. ¿Querés pasar esta tarde a buscarlo?" "No hay problemas, como decía ALF", fue la respuesta que le surgió poniéndole un poco de humor a esa mañana tediosa.
Y allí fue. Juan la sorprendió con su comentario: "Me hiciste reir mucho esta mañana con tu mensajito. Me alegraste el día". Y se llevó su nuevo complemento.
Pero no hubo caso. Y los mensajitos empezaron a cruzarse. "Te conseguí un cable". "Bueno, voy esta tarde". Pero tampoco. Y siguieron otros, con el mismo éxito. "Ya no sé qué hacer con vos. Te devuelvo la plata". "No quiero la plata: quiero la conección".
Sin darse cuenta Juan y Virginia empezaron a acercarse. Ya se saludaban como viejos amigos cuando ella iba al negocio. Y se quedaban hablando un rato largo.
Por fin, uno de esos endiablados aparatos quiso andar, y Virginia se olvidó de avisarle a Juan como había quedado. Otras preocupaciones ocupaban su cabeza en ese momento.
Una mañana lluviosa, casi un mes después, Virginia pasó por la puerta del shopping. Diluviaba. Más por protegerse que por acordarse de Juan entró en la galería. Y lo vió.
"¿Qué hacés por acá a la mañana?", preguntó ella. "La empleada no pudo viajar con este aguacero y vine a reemplazarla. ¿Tomamos un café? No hay nadie, y si nos sentamos cerca puedo vigilar el local...". Y subieron al primer piso.
Charlaron mucho. Ese acento del interior que él tenía seducía a Virginia.
De pronto la mirada de ella se perdió en los ojos oscuros de Juan.
La lluvia arreciaba en el techo, y a Virginia eso siempre la erotizaba. Ya no tenía mucha importancia lo que hablaban. Dijeron algo de los hijos y los viajes, le pareció.
Su mirada bajó hacia su camisa abierta y se encontró allí con una mata de pelo sobresaliente. ¿Cuánto hacía que no apoyaba su cabeza sobre un pecho enredando sus dedos entre los rulos oscuros? ¡Cuánto ansiaba acariciar a alguien! Sintió la urgencia y su sangre corría por sus venas inundándola de un calor maravilloso.
Eran sensaciones viejas que su mente se esforzaba por olvidar y su cuerpo se negaba a dejar. Su mirada no podía apartarse de esa "V" oscura que se formaba enmarcada por el blanco de su camisa.
Tal vez el miedo, tal vez la sensación de "ya no estoy para estas cosas", lo cierto es que Virginia, sin quererlo, dijo "me tengo que ir".
- ¿Estás apurada?
- No, pero...
- Yo estoy acá de lunes a lunes. Cuando tengas ganas pasá y tomamos otro café.
- Bueno, cuando tenga un rato.
Y salió al estacionamiento. Sus lágrimas rodaban por sus mejillas. La lluvia ya poco importaba...

8 comentarios:

F. Fabian S. dijo...

Me sorprendiste, amiguita.

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Fabi,
La verdad, lo escribí todo de un tirón y los tuve 2 días en el borrador, dudando publicarlo. Pero me gusta mucho.
Ya se que a veces parezco de madera, pero creí que ya sabías que no lo soy.
Besitos

Lady Ka dijo...

me gusta tu blog!
besos!

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Lady Ka,
Se agradece.¡Espero que sigas visitándome!
Besotes

La Incondicional dijo...

Buenísimo. A tal punto que me dan ganas de matarla y todo a Virginia.

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Incondicional,
Yo también la mataría...

Guillo dijo...

Venía lindo hasta que comenzó el desenlace, ¿pero puede ser? Nunca es tarde para ciertas cosas!!! No leí el titulo ni me la vi venir. ¿Será que solo en las películas están los finales felices?

Besotes

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Guillo,
No. Creo que en la vida real también hay finales de película,pero convengamos que no es lo común.
¡Tal vez algua vez nos toque!
Besos