Y llegó la hora

Ayer estaba muy rayada. E iba caminando más distraída que de costumbre (que es mucho decir) rumiando mis pensamientos.

Hay gente que en esas circunstancias sale de compras. Otros se sientan melancólicamente en un bar mirando pasar la gente. También los hay que se encierran a llorar o le gritan a cualquiera que se les cruce por el camino. Yo fui a visitar a mi agente de viajes.

Ya al llegar a la puerta del negocio mi alma se regocijó y mi estado de ánimo mejoró en un ciento por ciento.

Sin embargo, mi sorpresa fue proverbial cuando al entrar vi que el lugar estaba lleno de gente. Estaba por preguntar dónde regalaban los pasajes pero me abstuve: hubiera sido una total falta de tacto.

Podrá suponerse que habría gente de alcurnia averiguando sobre cruceros por el Mediterráneo. Nada más lejano a la realidad. Bermudas, ojotas, jeans y remeras coraenas eran el look imperante.

En uno de los escritorios había un trío femenino de unos 70 años de promedio. En otro una parejita. En un tercero cercano una mujer sola averiguando por un viaje a Cuba.

Yo trataba de parar la oreja para saber cuáles eran los destinos elegidos. Y nadie averiguaba por La Salada, precisamente. Marruecos y Egipto habían decidido las primeras mujeres. ¡Qué vivas! Ya no corrían el riesgo de ser secuestradas para algún harén.Disney y el Caribe se llevaban las palmas, pero hubo también una extraña pareja que averiguó por Sudáfrica.

Yo me pregunto... ¿De dónde sacan la plata? Porque a mí cada viaje me cuesta sangre, sudor, lágrimas y miles de cuotas al banco...

Llegado que hubo mi turno, después de unos 40 minutos de espera, me senté cómodamente.

- Ali, me quiero ir. Pero no tengo un mango.

- ¿Vas a pedir otro crédito?

- Y... sí. Otra no me queda.

- ¿Dónde, esta vez?

- Vuelvo a Londres. Necesito respirar nuevamente aire inglés. Pero esta vez pienso cruzar el charco y pasar unos días en París.

- Buen destino. Hagamos una cosa: ya me pongo en campaña para conseguirte los mejores precios. Pero te conviene esperar hasta los primeros días de Marzo, que es cuando tenemos ofertas.

Salí de ahí exultante y llena de planes.

Las muchas personas que me conocen podrán aplicarme diversos adjetivos, pero a ninguno se le ocuriría tildarme de "impulsiva". Soy lenta en tomar hasta la más estúpida desición. Por ejemplo comprar papel higiénico con florcitas o con cachorros.

Alego en mi favor que soy tan lenta como persistente una vez decidida. Y muy paciente.

Así que esta mañana empecé a mandar mails a los sitios en los que quería hacer un cuso de inglés "in situ". Por fin llegó la hora. Hacía mucho que la esperaba.

Los precios de los cursos son increíblemente bajos comparados con cualquier cursillo argentino. Así es: un curso intensivo de 3 horas diarias durante dos semanas (hay que ser muy bruto para que algo no quede en esas circunstancias) cuesta LA CUARTA PARTE de lo que cuesta uno de similares características en la city porteña. Con el valor agregado de conocer gente de todo el mundo con quien poder confraternizar, que hay descuentos de hasta el 50 % en pubs y restaurantes donde se hacen reuniones, descuentos en el transporte público y una tarifa irrisoria para alojamiento con desayuno y cena incluídas en los albergues estudiantiles de las universidades.

Eso me hizo pensar mucho sobre la educación en nuestro país. Pero eso quedará para otro post...

To be continued...